miércoles, 3 de octubre de 2012


Música, Limones y yo.



    Yo podría hacer mi biografía basada en la música que ha marcado mi vida desde que nací. Soy hija de melómanos.

   Recuerdo que uno de los pasatiempos favoritos de mi papá era pasar horas en Zorba (la tienda de música en Perisur mucho antes de que existiera Mix-Up) escuchando música, buscando qué discos llevarse. Me encantaba acompañarlo y buscar música para mí. Claro, en mis primeros años escogía discos como Burbujas o el Duende Bubulín y, por supuesto, también  fui parte de la generación Timbiriche.  Sin embargo, el primer disco que yo escogí fue  Lucky Seven de Bob James.  En realidad lo escogí  por la gigantesca catarina en la portada (en ese entonces los discos eran de vinilo y las portadas lucían más que en los cds pues eran enormes).  Quizá en ese momento no estaba del todo lista para escuchar a Bob James por mi cuenta, pero sí para escucharlo con mi papá, junto con Sadao Watanabe, Jean Pierre Rampal,  Claude Bolling y muchos más. 

   Mi papá siempre ha escuchado de todo tipo de música, no desprecia nada y eso le permite encontrar lo mejor de cada estilo. Supongo que gracias a él me sucede lo mismo: en cuestión de música (como en varios aspectos de mi vida) soy una licuadora: oigo un poco de todo y estoy abierta a conocer más.  Alguna vez una amiga me dijo: "Cómo es posible que alguien que ama a Depeche Mode escuche también Timbiriche".  Pues sí, porque tenía 6 años cuando comencé a escucharlo y 13 cuando lo dejé de escuchar. Timbiriche es mi infancia  con mis hermanos y con mis primos, es el recuerdo de las travesuras que hacíamos, de los juegos que jugábamos hasta llegar a la adolescencia.

 La música está en todos lados e inclusive las canciones que menos pensamos pueden volverse importantes en nuestra vida si las escuchamos cuando estamos con alguien especial.  

   Según el diccionario de la RAE, la música es "el arte de combinar los sonidos de la voz humana o de los instrumentos, o de unos y otros a la vez, de suerte que produzcan deleite, conmoviendo la sensibilidad, ya sea alegre, ya tristemente".  Yo agregaría que, citando a Jodi Picault, "la música es el lenguaje de la memoria".  A menudo me sucede que el escuchar una canción después de mucho tiempo  revive sentimientos, palabras, situaciones,  momentos que creía haber olvidado. En realidad le debo mi buena memoria a la música. 

   Hay canciones que nos traen recuerdos de un instante, de una situación específica y hay otras que están siempre presentes. Para mí, una canción que siempre ha sido parte de mi vida es Lemon Tree. Primero conocí la versión de Trini López, al parecer, la versión más exitosa de esta canción. La  escribió Will Holt en los sesentas y se basó en una  canción brasileña  llamada Meu limao, meu limoeiro.   Mi papá escuchaba mucho a Trini López y Lemon Tree es una de sus canciones favoritas.  Siempre la cantaba conmigo.  Recuerdo como todo el tiempo me decía "pon atención a la letra, escúchala".  Soy muy dispersa y concentrarme en la letra me costaba trabajo. Sin embargo, me la aprendí.  Mi papá quería transmitirme el mensaje de esta canción que nos habla del amor.




  Al comienzo, un padre le trata de enseñar a su hijo que no confíe en el amor porque el amor es como el hermoso limonero: "Lemon tree very pretty and the lemon flower is sweet, but the fruit of the poor lemon is impossible to eat" (El limonero es muy hermoso y su flor es muy agradable, pero la fruta del pobre limonero es imposible de comer). Como suele suceder en la vida, cuando el hijo se enamora olvida las palabras de su padre. La chava lo deja, se va con otro y entonces él recuerda la enseñanza de su padre.  

   Mi padre puede llorar con esta canción. A veces me descubro con las lágrimas yo también cuando la escucho.  Y la he escuchado a lo largo de toda mi vida. Es tan importante que fue la canción que bailé con mi papá el día de mi boda. En esos tres minutos, en los brazos de mi padre, fui la niña que con él cantaba, la adolescente/adulta que se rebelaba y a la vez la mujer de 33 años que sabía disfrutar los limones que la vida le ofrecía.

   A pesar de mis tropezones, entendí bien el mensaje, claro, a mi manera. Mi interpretación es que no hay que confiar en el amor de buenas a primeras, como tendemos a hacerlo en la adolescencia. No podemos darlo todo a la primera, a ciegas.  Una relación se va construyendo y consolidando poco a poco, no de golpe.  Un edificio tiene que tener buenos cimientos para resistir un temblor; sucede lo mismo con el amor. Cierto es que hay limones imposibles de comer, pero no todos. Simplemente hay que saber cuál limón comer.  
Se han hecho varias versiones de esta canción. Yo crecí con la de Trini López y la de Peter, Paul and Mary que, confieso, es la que más me gusta. 






 Para mi sorpresa descubrí que también  Bob Marley and the Wailers y  los Beatles tienen una versión de esta canción. 







 La música es la máquina del tiempo perfecta. Nos brinda la oportunidad de viajar a cualquier época sin necesidad de movernos de nuestro lugar favorito. Con sólo cerrar los ojos y escuchar podemos llegar a dónde sea...








 



3 comentarios:

  1. Muchas personas dirían: "salió del alma"
    Como yo no creo en el alma, digo:
    Creación de una mente especialmente sensible.

    ResponderEliminar
  2. melomanía gozosa en todo su esplendor: hay que hacer agua y beberla bien helada y acompañado de lo que se tenga a mano, por herencia o por contagio vil

    espléndido aperitivo para la estancia placentera en la luna

    saludos batientes de bienvenida

    ResponderEliminar